He escuchado muchas veces esa
frase que dice: “Después de cierta edad ya no eres producto de tu entorno ni de
cómo te criaron. Es tu decisión vivir como tú quieres vivir.” Suena fuerte,
poderosa. Te empuja a hacerte cargo, a no culpar a nadie más por tu vida.
He escuchado muchas veces esa frase que dice: “Después de cierta edad ya no eres producto de tu entorno ni de cómo te criaron. Es tu decisión vivir como tú quieres vivir.” Suena fuerte, poderosa. Te empuja a hacerte cargo, a no culpar a nadie más por tu vida.
Pero… ¿Realmente somos tan libres?
Mira, no lo creo del todo. La verdad es que seguimos siendo en gran parte lo que vivimos: lo que vimos en casa, lo que aprendimos en la calle, en la escuela, con nuestros amigos, en nuestra cultura. Nos formaron ideas, miedos, actitudes, formas de reaccionar. Muchas cosas las hacemos sin pensar, casi en automático, porque así las absorbimos desde siempre.
Incluso cuando ya eres consciente de ciertos errores, de actitudes que sabes que no están bien, no es tan fácil cambiarlas. Porque, aunque quieras hacer las cosas distintas, muchas veces ya las hiciste, o las sigues haciendo sin darte cuenta. Hay patrones que se repiten solos, casi como si uno estuviera programado.
Eso no quiere decir que no puedas mejorar, o que estás condenado a ser siempre igual. Solo digo que el cambio real cuesta trabajo, es lento, y muchas veces duele. Y no todos estamos parados en el mismo lugar ni cargamos las mismas cosas. Así que tampoco se trata de andar juzgando.
Creo que la clave está en esto: cada uno tiene sus luchas, algunas se ven, otras no. Todos nos equivocamos, todos cargamos algo del pasado que nos pesa, pero todos podemos intentar ser mejores personas. No perfectos, solo mejores. Ser más conscientes, más empáticos, más respetuosos.
Y, sobre todo, no olvidar que todos estamos librando alguna batalla interna, aunque no se note.
Gracias por tomarte el tiempo de leer esto. No pretendo dar lecciones, solo compartir algo que también me cuestiono a mí mismo. Nadie tiene todo resuelto, pero creo que vale la pena detenerse un momento y mirar hacia adentro.
Si algo de esto te hizo sentido, te invito a que lo pienses así, sin prisa, sin culpa:
¿Qué actitud repites sin darte cuenta de que ya no quieres seguir cargando?
No tienes que responderle a nadie, solo ser honesto contigo mismo. A veces el primer paso para cambiar no es hacer algo distinto, sino atreverse a ver con claridad lo que ya está pasando dentro de uno.
Nos leemos pronto. Fuerza en tu camino.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario